No puedo, no quiero, no debo
No creo que mis actos vayan a cambiar
el mundo, pero al menos seguiré peleando en mi pequeño circulo por un
baloncesto base más humano, solidario, alegre, participativo y menos egoísta,
resultadista, tenso y hosco. Esa será mi forma de honrar a mi amigo, a mi
hermano CARLOS PARDO
El jueves 7
de marzo se cumplirá un año que Carlos Pardo nos dejo. Puedo decir con orgullo
que no ha habido ni un solo día que no haya estado en mi mente. No puedo, ni
quiero, ni debo olvidar. Mi primer recuerdo es para su familia, para sus
padres, su hermano y su admirable cuñada así como sus sobrinos (Rodrigo juega
en Alagón y muy bien por cierto). Ellos son los que llevan la carga mas pesada,
mas dura. Cuando el murió, lo que mas me sorprendió fue saber que sus padres y
su hermano no sabían el amplio y profundo amor que Carlos despertaba en tanta
gente, como había influido capitalmente en sus jugadores y compañeros de viaje.
Una frase de su hermano me impresionó, me dijo “yo solo conocía a mi hermano,
ahora conozco a Carlos Pardo”. Me propuse que lo supieran y que quedara por
escrito, que pudieran entender cuanto respeto cariño y amor había derramado su
hijo alrededor de su vida. Carlos Pardo era una de esas personas especiales que
daban luz a todo lo que hacían. Era generoso, vital, cariñoso, humilde,
profundamente humano en el sentido pleno y positivo del término. Alguien que se
entregaba al cien por cien cada entrenamiento, fuera cual fuera el nivel de sus
jugadores, que jamás se rendía y siempre pensaba que más podía hacer para
mejorar lo que tenia, y todo con una sonrisa y sin una excusa, que siempre estaba
pensando que podía hacer por ti, olvidándose de si mismo. Para su familia el
libro es una forma de tener cerca a Carlos, al gran Carlos, perdieron
trágicamente e irremediablemente a un hijo pero guardaran para siempre los
frutos que germinaron en todos los que tuvimos la suerte de recibir su magia.
Carlos Peruga me dijo una frase que me emocionó el día de su homenaje, “la
suerte de Carlos fue tener amigos como tú”. Me dejo pensativo y sin falsas
modestias diré que no es cierto. Carlos fue un primer premio en la lotería de
la vida, un regalo imprevisto y único, jamás me mereceré lo suficiente los
veinte años que pase a su lado, su fidelidad, su apoyo y su ayuda en los peores
momentos de mi vida. En esta época de crisis económica pero sobre todo moral, un
mundo lleno de Carlos Pardos, seria un lugar bastante mejor.
No soy un
iluso, el mundo no ha cambiado desde que Carlos no está. Nuestro mundo del
básquet sigue igual, con sus luces y sus sombras. Mi mundo si cambió,
radicalmente por el vacio de su ausencia, pero no mis pensamientos sobre el
básquet y la vida. Sigo trabajando y
preguntándome como podría mejorar el mundo que veo a mi alrededor.¿ Porque no
podemos trabajar en la enseñanza del básquet sin la presión del
resultado?¿porque no podemos ver un partido disfrutando de nuestro hijo y no
increpando a un arbitro?, ¿ porque no podemos olvidarnos de clasificaciones de
benjamines y pelear por el liderato de la educación y el respeto?, ¿porque no
miro al niño como una fuente de posibilidades y no un saco de limitaciones,
como una persona antes que como un jugador? ¿Porque no dejo de mirarme al
ombligo y miro a los ojos del niño y veo que es realmente lo que quiere y como
puedo ayudarle? Es cierto que la sociedad ha sido laxa en la enseñanza de
valores como el trabajo duro, el compromiso, la aceptación de roles en el
deporte de equipo, etc.….estoy de acuerdo que esos valores hay que recuperarlos
como un bien social pero el fenómeno que observo tiene mas que ver con ganar
como sea desde ya y para siempre, búsqueda del resultado inmediato aunque sea
perjudicial a medio y largo plazo, aprovechamientos tácticos no educativos,
faltas de respeto mutuas y trasiegos de niños de colegio en colegio o club con dudosos objetivos deportivos. Soy un pesimista global, pero un
optimista individual. No creo que mis actos vayan a cambiar el mundo, pero al
menos seguiré peleando en mi pequeño
circulo por un baloncesto base mas humano, solidario, alegre y participativo y
menos egoísta, resultadista, tenso y hosco. Esa será mi forma de honrar a mi amigo, a mi hermano
CARLOS PARDO.
La opinión de Willy Tisaire
Coordinador del Doctor Azúa